jueves, 25 de agosto de 2011

Diálogo con el sindicalismo peruano sobre el sindicalismo global

Construir el “sindicalismo global”, tener conciencia de la “globalidad sindical”, exige ciertamente impulsar su consideración en las estructuras sindicales supranacionales, pero también la interlocución sobre ello entre los sindicalismos de los diversos países, una interlocución que hemos de acostumbrarnos a desarrollar a partir de experiencias e historias no idénticas, pero que ponen de manifiesto las mismas contradicciones de clase, intereses comunes de las trabajadoras y trabajadores del planeta.


Por ello me pareció muy interesante la incursión en la materia por parte del amigo Carlos Mejía, dirigente sindical de las CGTP peruana, en su blog "Bajando a Bases". Sus consideraciones al respecto se encuentran en:

http://www.sindicalistas.net/2011/08/sobre-una-nota-del-companero-isidor.html

Sus observaciones me sugieren algunos comentarios:

Por una parte creo que Carlos hace bien en reivindicar el papel del sindicalismo, del sindicato, reivindicando también el de la política, el de los partidos. Porque subrayar sus correspondientes y diferentes papeles ha de contribuir a entender la necesidad de ambos y de su autónoma relación.

Apunta además el sindicalista peruano la necesidad de la práctica sindical tanto entre los sectores más protegidos, como entre los más vulnerables, para señalar en definitiva que el sindicalismo ha de ser capaz de integrarlos a ambos superando los inevitables corporativismos que resultan de las condiciones específicas de los diferentes colectivos que integran la clase trabajadora y que no pueden dejar de ser una referencia para esa acción integradora.


Señala también Carlos una de las tareas en mi opinión esenciales en el sindicalismo hoy, como es la defensa de los intereses de los sectores más vulnerables de la clase y que constituye un interés propio (egoísta incluso, además de solidario) de los más protegidos.

Termina Carlos Mejía con un llamamiento a la acción de los que denomina “los más progres de la CSI”. Me gusta lo de “progres”, es decir partidarios del progreso, como contraposición a los conservadurismos, también inevitables en todas las organizaciones. Y entiendo que ello debería llevarnos a estimular la presencia activa y unitaria, la intervención, de todos, de todos los sindicalismos, en las estructuras sindicales supranacionales. La necesaria respuesta, y propuesta, ante la crisis global, acentúa si cabe esta necesidad.

domingo, 7 de agosto de 2011

Por un sindicato conscientemente global

Con este subtítulo presenté mi intervención en el seminario confederal de CCOO "El futuro del sindicalismo" que dirige Rodolfo Benito. En aquel momento hice la presentación en powerpoint. Ahora, al transcribirlo, me he permitido algunas licencias, incorporando consideraciones sobre hechos posteriores que entiendo relacionados con la materia del seminario. El texto que he remitido a la organización del seminario confederal es el siguiente:





El sindicato como “organización de intereses”

Como punto de partida de mis consideraciones, y elemento de enlace con otras sesiones de este Seminario, quiero comenzar señalando que entiendo el sindicato como organización de intereses y considero esencial esta referencia, particularmente para abordar la cuestión planteada, es decir cuál es la significación del sindicato “como sujeto global”. Y lo entiendo también necesario para avanzar en la línea de reflexión apuntada con el subtítulo, es decir lo que considero como una necesidad esencial del sindicalismo actual, la de que asumamos “conscientemente” su imprescindible carácter de “organización global”. Con el “por” añadido para subrayar mi opinión de que se trata de un objetivo (la conciencia del carácter global en la acción sindical) aún no alcanzado en aspectos esenciales de la vida del sindicalismo.

Si el sindicato es una organización “de intereses”, lo primero a precisar es de qué intereses se trata, y quiénes son los sujetos de tales intereses. Algo que puede resultar aparentemente obvio y sencillo, pero que de las discusiones del propio seminario y de la historia del sindicalismo se desprende que lo es menos.

En primer lugar quiero expresar mi desacuerdo con una idea latente en ocasiones, otras claramente expresada, que identifica al sindicato como expresión, o como paladín, de los intereses generales de la sociedad. Somos muchas ciertamente las personas a las que el sindicato propone organizar y quiere representar, las trabajadoras y los trabajadores, pero no dejamos de ser un grupo social, una clase, con límites bastante claros en mi opinión. Concretamente los que resultan de lo definido por el artículo 1 de nuestro Estatuto de los Trabajadores, es decir las personas con una relación asalariada en su actividad, los “salariés” como dicen los franceses. En este grupo entiendo incluidos los expulsados contra su voluntad de la relación asalariada, es decir los parados. También evidentemente los trabajadores de la “economía informal”, que en muchos países son más del 50% de los que trabajan “por cuenta ajena”. Luego habrá ciertamente cuestiones menos claras, como los límites del colectivo, pudiendo creo también ser considerados parte de la clase una parte de los autónomos, los “falsos autónomos”, es decir aquellas personas cuya dependencia salarial resulta disfrazada con una apariencia de relación mercantil. Creo que de ello se desprende que el sindicalismo no es en todo caso la organización “de los pobres”, ni de la marginalidad, aunque algunos planteamientos parezcan reivindicarlo.


Los intereses de la clase y la “globalización”. Intereses comunes, intereses contrapuestos

Si la clase trabajadora organizada es un grupo “de interés” y los límites de la clase derivan de los intereses de sus integrantes, será conveniente preguntarse cómo influye en ello la globalización. En mi opinión, de ésta resultan dos tendencias contrapuestas. Por una parte acentúa el ámbito mundial, planetario, es decir global, de tales intereses, la interrelación entre los de trabajadores de los diversos países, el cada vez más global “mercado de trabajo”, sus normas formales y de hecho, el directo ámbito mundial de algunas empresas, las multinacionales, y no sólo en lo que es el conjunto de sus filiales, sino, más aún, en lo que constituyen sus cadenas de producción y distribución a través de todos los procesos de subcontratación, “tercerización” como se denomina en Latinoamérica. Esta sería una primera consideración.

Pero al mismo tiempo, al establecer sus grandes fronteras rompiendo las de ámbitos más limitados, como son las de país o región, se acentúan también posibles contradicciones, contradicciones de los intereses particulares dentro de aquellas fronteras rotas. Baste considerar el fenómeno de las “deslocalizaciones” en las que la movilidad de los puestos de trabajo apunta a intereses contrarios de amplios colectivos de trabajadores, entre los que pierden sus puestos de trabajo y los que se incorporan a la relación laboral a partir precisamente de ello. Y el empleo no es precisamente un interés menor.

De la globalización derivan también otros fenómenos que van en el mismo sentido y que guardan evidentes puntos de contacto, como son las tensiones entre colectivos de trabajadores que trabajando para una misma empresa, la multinacional, fabricando productos de la misma marca, tienen unos la hoja de salarios con el membrete de la multinacional mientras otros los tienen de ignotas denominaciones, y no sólo tienen membretes distintos, sino que los contenidos de estas hojas de salarios pueden resultar escandalosamente diferentes para actividades similares.

O los intereses ciertamente no idénticos que resultan de las medidas antidumping, o los planteamientos ante las “cláusulas sociales” cuando éstas encubren planteamientos de proteccionismo comercial.

Lo dejo aquí sólo apuntado, pero se trata de temas de gran repercusión y que se encuentran, en mi opinión, en las raíces de las limitaciones de muchas estructuras sindicales, formalmente supranacionales, para ejercer de forma efectiva una función de sindicalismo que integre los intereses comunes del ámbito que dicen o quieren organizar y representar.

Tarea complementaria y parte integrante de la definición de intereses en cualquier ámbito ha de ser examinar la composición de la clase trabajadora en el mismo para determinar su propia heterogeneidad (existente hasta en el más pequeño centro de trabajo) y establecer conscientemente la relación entre los intereses de cada colectivo que la integra, de cada persona, con los del conjunto, abordando la necesaria función de los intereses colectivos como tutela de los intereses particulares de los grupos que lo integran. Y entendiendo los intereses del grupo más amplio no como suma de los de sus integrantes sino como síntesis de éstos.


Definir los intereses comunes, tarea prioritaria del sindicalismo supranacional

Considero que hay poner el acento en esta cuestión en la medida que las actuales estructuras del sindicalismo organizado a escala mundial son, todavía, más bien coordinadoras que suman corporativismos de país, y, por tanto intereses específicos de trabajadores de cada uno de tales países o a lo sumo de regiones mundiales.

La importancia y necesidad de definir los intereses comunes en cualquier ámbito se acentúa en el mundial por la inexistencia en éste de un ordenamiento jurídico que merezca tal consideración, es decir que sea eficaz, con capacidad para corregir de forma directa los incumplimientos de supuestas normas que deberían regirlo, como son los Convenios de la OIT.

Lo cierto es, creo, que más allá de formulaciones más o menos retóricas, sobre el “proletariado mundial”, poco se ha avanzado en la definición de los intereses globales de los trabajadores y de las trabajadoras, de la clase trabajadora como colectivo supranacional.

Si bien en estos momentos se calcula que aproximadamente la mitad de las personas que en el mundo reúnen las características de asalariados trabajan en las cadenas de producción y distribución de las multinacionales, muchas veces la heterogeneidad de sus condiciones de vida y de trabajo parecen acentuar posibles intereses contrapuestos, o simplemente distintos, antes que los comunes sobre los que sustentar una solidaridad que vaya más allá de las frases vertidas en un papel material o virtual. Elocuente ejemplo de ello podrían ser los datos de la brasileña Petrobrás, una multinacional y empresa pública en Brasil, con 77.000 trabajadores en este país y que en el mismo cuenta con unas 300 empresas de contratas y subcontratas en las que operan nada menos que 296.000 trabajadores.

Cuando es evidente que los salarios y condiciones de trabajo en el Norte resultan, al menos en parte, de las miserables condiciones en el Sur, y cunado el Sur está muchas veces en el mismo Norte, lo es menos que existe una interdependencia en los derechos entre ambos espacios, con intereses comunes derivados de la condición de “trabajadores”, de “asalariados”.

Definir los intereses comunes en el ámbito supranacional debería constituir un objetivo central de las correspondientes estructuras sindicales, para organizar, en torno a ellos, su actividad. Quizás avanzaríamos en este sentido si fuéramos capaces de preguntarnos en serio el porqué de la escasa significación de convocatorias como los “7 de octubre”, jornadas de “acción sindical mundial” nada menos que en defensa del “trabajo decente”, o, más próximo, del último 29-S, jornada europea en defensa contra las agresiones al “Estado de Bienestar”. Sobre ambos ejemplos volveré más adelante.

Quiero aún detenerme en algunas expresiones del, en mi opinión dominante, corporativismo de país. La Confederación Europea de Sindicatos, CES, no es capaz de impulsar una negociación colectiva supranacional, discutiendo sin miedos cómo desarrollarla a partir de las evidentes desigualdades de país. Los sindicalistas de los países nórdicos la rechazan por el miedo a que el establecimiento de derechos comunes de base, de mínimos por tanto, en Europa, pudiera dificultar su propia negoción colectiva. No han sido, no hemos sido, capaces de resolver a nivel europeo un problema que ya se nos ha planteado desde siempre en ámbitos nacionales, de empresa, en los cuales se producen permanentemente rebrotes de corporativismo, no siempre bien resueltos, pero de cuya experiencia deberíamos haber aprendido ya. La referencia más adelante al reciente Congreso de la CES de Atenas me permitirá volver sobre el tema y apuntar algunas positivas perspectivas sobre ello.

Particularizando estos problemas podríamos decir que un síntoma de avance en la configuración de órganos de dirección efectiva sería por ejemplo que los compañeros alemanes (que por la potencia del sindicalismo alemán juegan un papel decisivo en los órganos de dirección del sindicalismo mundial en casi todos los ámbitos) parecieran menos alemanes.

Ante la heterogeneidad de las condiciones de empleo, de salario, de trabajo, entre los trabajadores de las distintas regiones del mundo, también de cada país, tanto del Norte como del Sur, los intereses comunes pueden en muchos casos resultar de tener un mismo interlocutor, la multinacional que esté en la cabeza de la red de producción del producto en cuya elaboración se interviene. Pero hay, creo, unos elementos más claros de comunidad de intereses. Me refiero a los derechos básicos en todos los órdenes (insisto: empleo, salario, condiciones de trabajo). Los derechos básicos son la necesaria referencia para todos. No para rebajar los de los que más tienen (aunque haya miedos comprensibles, pero resultado de miopía sindical), sino para garantizar que a todos se les garantiza lo que resulte de la necesariamente permanente negociación de los mismos y para seguir tirando hacia arriba desde los destacamentos de vanguardia de la clase en cada ámbito.

Pero no es ésta en mi opinión la referencia básica sino otra, más elemental si se quiere, y es el concepto de que cuando se produce una agresión a derechos del trabajo, de los asalariados, se ponen en riesgo esos mismos derechos allí donde parecen garantizados. Este simple esquema, válido desde que existen las relaciones asalariadas en los ámbitos en que éstas tienen una mínima interrelación, es de aplicación hoy al mundo en su conjunto como consecuencia de la globalización.

Es esta convicción la que me lleva a insistir en que la solidaridad ante agresiones contra los derechos del trabajo en cualquier lugar del mundo es materia de necesario interés en el resto de la clase trabajadora. Interés que debe llevar a la solidaridad a partir precisamente de la comprensión de este interés, aunque muchas veces no sea fácil por la dificultad en entender esta interrelación. Insistir en este concepto básico para el sindicalismo global supone afirmar con énfasis que la práctica solidaria no debe consistir en una acción de generosidad, menos de caridad, sino que debe tener como primera referencia la comprensión del interés propio para quienes la practican, además, evidentemente, del interés de los que la reciben.

Creo que la escasa, casi nula, afirmación de estos conceptos desde el sindicalismo transnacional es una de las razones, quizás la principal, que explican las dificultades para practicar un sindicalismo “conscientemente global”. Los “7 de octubre” son una elocuente demostración de estas consideraciones críticas.

Todo ello puede traducirse también en algunas afirmaciones elementales: la defensa del “modelo social europeo”, de los derechos del trabajo en el Norte, pasa por la defensa de los derechos del trabajo en todo el mundo. Cómo la comprensión de esto se ha dado, o no, en los recientes Congreso de la CSI y de la CES, es para mí una referencia esencial para analizar su desarrollo.


Sobre las actuales estructuras sindicales supranacionales

Considero absolutamente necesario insistir en que las estructuras sindicales supranacionales no pasan aún de ser esencialmente órganos de coordinación, pero no de dirección. Quizás lo más grave es que no se lo planteen abiertamente, conscientemente, como una deficiencia a superar. Ello arranca de su propia composición, aún con cupos regionales muchas veces definidos en los propios estatutos, y se desarrolla en su acción diaria. Se trata también de un problema que hemos vivido, y en general superado, en las estructuras sindicales nacionales.

Una condición para poder ejercer la función de dirección de un colectivo es que éste se sienta representado, tanto en los contenidos de las decisiones de los órganos de dirección como en la propia composición de éstos. Y para ello no sólo deben considerarse los intereses en torno a los cuales actúan, sino también en la democracia de sus procedimientos de elección, de sus formas de trabajo y de su toma de decisiones. Probablemente sea fácil señalar la necesidad de una democratización de estas estructuras, de la necesidad de comprobar en las estructuras supranacionales algo que podemos valorar con más facilidad en nuestras estructuras sindicales más próximas, aunque más complejo traducirlo en la práctica.

Para seguir con el ejemplo anterior, me parece útil traer lo que es una experiencia diaria de los cuadros sindicales que pasan de su primer ámbito de desarrollo (su empresa, el primer ámbito territorial) y se convierten en dirigentes de nivel superior, para afirmar que no tendremos dirigentes alemanes (o de otra nacionalidad) “globales” hasta que no reciban críticas de sus antiguos compañeros de fatigas con el reproche de tener poco en cuenta sus intereses sindicales nacionales.

Un apunte aún sobre mi reclamada democratización de las estructuras sindicales supranacionales: es necesario terminar con una situación de hecho que puede resumirse hoy en que “un €uro, o un $” equivalen a “un voto”, para recuperar el principio básico de “una persona, un voto”.


Los recientes Congresos de la CSI (Vancouver) y de la CES (Atenas) y las jornadas de acción supranacionales del 7 de octubre anual y del 29 de septiembre de 2010

No siempre los congresos reflejan el estado de las organizaciones, aunque me temo que los recientes de la CSI y de la CES se aproximan bastante. He tenido ya ocasión de expresar verbalmente y por escrito mis opiniones al respecto. Unas referencias se encuentran en mi blog: sobre el de la CSI en http://iboix.blogspot.com/2010/08/sobre-el-reciente-congreso-de-la-csi-de.html, y sobre el de la CES en las diversas “crónicas preatenienses” y “crónicas atenienses” (la última en: http://iboix.blogspot.com/2011/05/congreso-ces-cronicas-atenienses-y-4.html ). Sólo pues algunos apuntes ahora para resumir mis impresiones en relación precisamente con el tema de este seminario.

Para ello me sirven algunas consideraciones en relación con algunas convocatorias emblemáticas, al menos así las considero, de acción sindical, como son los 7 de Octubre, “jornada de acción sindical mundial en defensa del trabajo decente”, y el 29 de Septiembre, en 2010, definida en más de una ocasión como “Jornada de acción sindical europea en defensa del modelo social europeo”.

Curiosamente, o quizás desgraciadamente menos, ambos Congresos no abordaron el más mínimo análisis de cómo se habían desarrollado ambas convocatorias situadas precisamente en torno a cuestiones esenciales del sindicalismo en ambos ámbitos, mundial y europeo. Lo cierto es que con dicho análisis no sólo se hubiera tenido que examinar la respuesta a la convocatoria por parte de los trabajadores y trabajadoras, sino que creo debiera haberse partido del examen de los contenidos de la propia convocatoria general y de las que se produjeron luego en cada lugar. Veamos.

Parto de la idea de que el objetivo de toda acción sindical no es en primer lugar exteriorizar una protesta, una denuncia, un lloro, sino plantear objetivos con voluntad de traducirlos en movilización, también en victorias a partir de esa y de la negociación. Para ello debe apuntar a un interlocutor, una contraparte, empresarial y/o institucional, a la que exigir, presionar, instar a la negociación con el objetivo de alcanzar el acuerdo que materialice el avance conquistado. Ello deberá suponer que estos objetivos comunes serán asumidos por los protagonistas de las acciones, de modo que la coincidencia en la movilización no será una casualidad derivada de que en todas partes hay problemas a resolver.

Si observamos las convocatorias para tales jornadas, mundial y europea, vemos que se ponen en primer lugar los motivos concretos, incluso atomizados (como por ejemplo los convenios pendientes de cerrar). Esta dispersión de objetivos puede incluso explicar que aparentemente a los trabajadores y sindicatos alemanes poco les preocupara la defensa del modelo social europeo, como podría desprenderse de su prácticamente nula participación en esa jornada “de lucha”, aunque, eso sí, el Presidente de los sindicatos alemanes vino pocos días antes por tierras españolas para arengarnos hacia la Huelga General que estábamos preparando.

Parecía que la coincidencia en esas fechas hubiera sido en todo caso resultado de la casualidad, y aunque sus resultados hubieran sido espectaculares difícilmente hubiera podido avanzar una negociación con un interlocutor de ámbito mundial, o europeo, con objetivos y resultados asimismo mundiales, o europeos.

Un elemento positivo, para quizás superar desde el propio Congreso de Atenas esas limitaciones, lo constituye la campaña impulsada por el sindicalismo francés y alemán, asumida congresualmente, por la igualdad salarial y de derechos en el ámbito europeo. Ahora hay que desarrollarla, y sobre todo, aplicarla, de lo que no hemos tenido desde entonces noticia alguna. Pero el planteamiento permitiría abordar todos los problemas apuntados.

Por parte de la CSI cabe añadir que en los documentos previos y en el desarrollo del Congreso de Vancouver se aborda el tema de la Responsabilidad Social de las empresas con todos los tics defensivos de una primera etapa, por suerte superada en la práctica por el movimiento sindical del Norte y del Sur.


Unas breves reflexiones ante las nuevas turbulencias de los mercados, ante la gravedad de una crisis de incierta salida y que necesita de propuestas sindicales

Las consideraciones en torno al sindicalismo global no pueden ignorar su necesaria función abordando la crisis y las adecuadas respuestas y propuestas sindicales. En mi opinión se trata de una cuestión preocupante que, quizás con la esperanza de que algún día, y pronto, escampara, no hemos abordado con suficiente claridad en el debate. No es tema central de este punto del seminario, pero no quiero dejar pasar la responsabilidad de opinar sobre el sindicalismo global sin opinar también sobre la respuesta a la crisis, cuestiones que considero muy relacionadas.

Me sumo a las reiteradas explicaciones sobre quienes son los responsables. Sólo que saberlo no me parece consuelo suficiente. Y de que es necesaria otra política económica, de reactivación, de impulso de la actividad y del consumo, también. De acuerdo. Pero lo esencial en la acción sindical no es proporcionar información y recetas a los que quieran oír. No es decir lo que deben hacer los otros (empresarios, gobiernos, …), sino proponer y plantearse como pesar en el escenario correspondiente para que nuestras propuestas sean tenidas en cuenta.

Creo que un necesario punto de partida es asumir que la crisis ha expresado un consumo desbordado en el mundo desarrollado, en el “Norte”, resultado y estímulo de las diversas “burbujas” y de las diversas formas de especulación.

Y de ello deriva una primera consideración: el concepto y la palabra de “austeridad” no debería darnos miedo, es más creo que deberíamos entender que no es posible gastar más que lo que se produce. Y “austeridad” puede suponer, supone, sacrificios y limitaciones en el conjunto de las condiciones de vida, concesiones incluso, no para compensar la incapacidad de gestión sino para exigir y contribuir a la eficiencia en la gestión, para equilibrar los dos términos de la relación: aumentando la eficiencia del sistema, empezando por la empresa, y reduciendo sus gastos, de donde reducir para impulsar el crecimiento.

La cuestión está en determinar qué tipo de austeridad, en qué condiciones, con qué controles y contrapartidas sindicales, con qué garantías de futuro, con qué mayor contrapoder para el sindicalismo en todos los niveles de su condición de “organización de intereses”, desde la empresa al mundo global En todo caso austeridad no impuesta, ni aceptada resignadamente, que es lo que se sucede finalmente de hecho cuando las fuerzas, pocas o muchas que seamos capaces de organizar, se orientan erróneamente.

Asumir soluciones de austeridad es en la práctica lo que en muchos ámbitos estamos haciendo, pero se nos plantea en un marco deficiente ya que, para emplear palabras dichas en un reciente seminario internacional celebrado en Bogotá sobre la subcontratación, no practicamos suficientemente lo de “aprender de lo que hacemos”.

Considero que el sindicalismo del Norte debe asumir una necesaria austeridad, con las contrapartidas apuntadas, impulsando también un debate ciudadano sobre los tipos de consumo, sobre la sostenibilidad, lo que, además, es una forma de contribuir eficazmente a la transformación de este mundo, para avanzar hacia “otro mundo” “que sea posible” Pero, para incidir de forma efectiva desde el sindicalismo, es necesaria la acción sindical. Es la única forma de que nos oigan, de conseguir que los “otros” nos entiendan y asuman nuestra intervención en la definición de las soluciones, en el gobierno del futuro. Y la acción sólo podrá resultar de plantear objetivos claros en los ámbitos supranacionales en los que habrá que disputar las salidas a la crisis, partiendo de los nacionales, de los locales, de la empresa y centro de trabajo.


Un reto para el sindicalismo local, de empresa, sectorial, nacional: contribuir al sindicalismo “conscientemente global”

Creo que las cuestiones planteadas apuntan al sentido del título: el sindicalismo que necesitamos ha de ser “global”, y lo ha de ser “conscientemente”, es decir asumido como tal. Las inercias, y limitaciones, de los órganos de dirección supranacionales indican que para alcanzarlo no podemos esperar solamente a que desde ellos se impulse la acción sindical en ese sentido. Aunque lo intentemos, y hay que intentarlo, desde nuestra presencia en los mismos no podemos esperar que su sola iniciativa permita alcanzar tal objetivo. Será necesario que desde cada instancia sindical se extraigan las consecuencias, las exigencias, derivadas de la propia acción y que apunten, porque las hay, a una necesaria acción supranacional, y desde ellas se planteen a las estructuras globales que jueguen conscientemente esta función.

jueves, 4 de agosto de 2011

Seminario sindical en Bogotá (Colombia) sobre subcontratación

Del 26 al 28 de julio participé en Bogotá en un seminario sindical convocado bajo el título de “Seminario internacional contra la tercerización laboral” y organizado por la ICEM-Colombia. En él participaron 210 sindicalistas colombianos junto con el Responsable del Sector Químico del Secretariado de la Federación Sindical Internacional ICEM y delegaciones sindicales de Brasil (3 personas de CUT y UGT), Uruguay (1 de CUOPYC - PIT-CNT), Perú (1 de FENUPETROL-CGTP), Ecuador (2 de Comité de Empresa Eléctrica Quito SA – CTE) y España (1 de FITEQA-CCOO). Este seminario se desarrolló en el marco de un programa de cooperación sindical de la FNV holandesa (“Programa País – de la solidaridad a la corresponsabilidad”) con la colaboración del Observatorio Social de la CUT-Brasil.


A lo largo del seminario se expresó la solidaridad con el sindicalismo colombiano. Colombia sigue ostentando el triste primer lugar de sindicalistas asesinados en el mundo. Este año ya han sido 20 los sindicalistas asesinados en el primer semestre. ¡Desde 1986 los sindicalistas asesinados ascienden a 2.778! La gran mayoría objeto de la acción terrorista de los grupos paramilatares de extrema derecha, aunque en algunos casos alguna organización sindical colombiana ha denunciado la acción criminal de la guerrilla (FARC y/o ELN).



Aspecto destacable (y destacado en el curso del seminario) fue la participación en las sesiones de apertura y clausura de los Presidentes de las 3 principales confederaciones sindicales de Colombia, CUT, CGT y CTC, lo que dio lugar a una exigencia de unidad sindical por parte de muchos de los asistentes y a un compromiso de trabajar con este objetivo por parte de las 3 centrales.

Las organizaciones colombianas que presentaron ponencias y hegemonizaron el debate fueron los “sindicatos de industria” SINTRACARBON (de la industria extractiva del carbón), USO (sindicato del sector del petróleo), SINTRAELECOL (sindicato del sector eléctrico) y SINTRAVIDRICOL (sindicato del sector del vidrio), todas ellas afiliadas a la CUT e integrantes de la coordinadora ICEM del país.

Las ponencias y debates del seminario se desarrollaron entre lo que se apunta en el título, es decir un combate “contra” la “tercerización” (expresión utilizada en Latinoamérica para designar el fenómeno que nosotros conocemos con “subcontratación”) y que en varias intervenciones se identificó con “acabar” con ella, y lo que fue también una constante en el debate y que se sintetizaba como la acción sindical para conquistar una “igualdad de derechos” para los trabajadores de esta modalidad contractual, convencidos que ello contribuiría a limitar este tipo de contratación a actividades que quizás la justificaran por exigencias técnicas y de organización de la producción, y no sólo por el abarataniento de costes resultado de la precariedad laboral. Elocuente para este debate fue la aportación brasileña, señalando que hoy Brasil es en Latinoamérica el país con una peor regulación de la subcontratación como consecuencia de una etapa, ya superada, en la que el sindicalismo brasileño rechazaba hacer propuestas sindicales al respecto porque ello, se decía, supondría reconocer y legitimar un fenómeno contra el que se estaba luchando.

Total unanimidad se expresó en la reconocida necesidad de afiliar a los trabajadores de las contratas y subcontratas, partiendo ciertamente de un rechace sindical inicial, más o menos encubierto, derivado de ciertas dificultades legales y por la sensación entre los trabajadores de las empresas principales de la existencia de intereses contradictorios entre ellos y los “tercerizados” en relación con el empleo y con las desiguales condiciones de trabajo y salario. Se apuntaron además lógicas prevenciones en Colombia al considerar que en algunas zonas las empresas contratistas podían estar controladas por los “paramilitares”. Del desarrollo del seminario se desprende que las reticencias originales se han superado, sin olvidar los problemas mencionados, con una activa política sindical de organización y acción sindical de los trabajadores “tercerizados” desde el sindicalismo colombiano.

En el análisis del fenómeno de la subcontratación se puso de manifiesto la importancia de relacionarlo con otros cuya incidencia en la propia subcontratación y su significación apareció como esencial. Se trata de las demás formas de precariedad laboral, así como la incidencia de la economía informal (sumergida o “negra”), así como los problemas específicos de sindicación y de cobertura de la negociación colectiva en los trabajadores “tercerizados”.

Otra característica del seminario, expresada en diversas intervenciones de los sindicalistas colombianos y en algunas de los intervinientes de las delegaciones internacionales, fue la afirmación de la necesidad cierta de analizar el fenómeno y de denunciar los abusos que genera (mucho más acentuados en Latinoamérica que en Europa), pero de no quedarse ahí, como sucedía en muchas intervenciones (seguramente para ello no era demasiado necesario organizar el seminario para reiterar algo ya sabido), sino en avanzar con propuestas sindicales para la acción y la negociación, partiendo ya de una rica experiencia en Colombia. Así se puso de manifiesto en varias intervenciones, que luego se resumen, subrayando la necesidad de analizar más la propia experiencia para “aprender de lo que ya hacemos” y no en recrearnos en la denuncia (“el lloro y la queja” en palabras de otros intervinientes).

Se señalan a continuación algunas informaciones complementarias a estos apuntes genéricos y referidas a características concretas de los diversos sectores industriales de Colombia o de los países de los que hubo participación sindical en el seminario.


1.- Colombia

1.1.- El país

Algunos datos de la situación laboral y sindical de Colombia:

· Población activa: 22 millones
· En la economía informal: 55 %
· Trabajadores con contrato indefinido: 15 %
· Con contrato temporal (y cotizando a la SS): 15 %
· Trabajadores en paro: 28 % según datos sindicales y 11% según el Gobierno
· Trabajadores en Empresas Temporales de Servicios (nuestras ETTs): en torno a 1 millón
· En la sanidad de Bogotá el 80% de los trabajadores dependen de “cooperativas de trabajo asociado” (fórmula que encubre la subcontratación de la actividad a aparentes cooperativas de trabajadores)
· Tasa de afiliación al conjunto de centrales sindicales: 3,78 %
· Cobertura de la negociación colectiva: 2 %

Aunque no era el objetivo central del seminario, en varias intervenciones se abordó el problema de los “pactos colectivos” y experiencias concretas de cómo desbordarlos. Se trata de “pactos” que algunas empresas intentan acordar con grupos de trabajadores al margen del sindicalismo organizado (los acuerdos concluidos con los sindicatos son los “convenios colectivos”, que la legislación del país prevé solamente como de empresa).

En el debate se planteó el problema que supone que con esas tasas de negociación colectiva y de afiliación sindical (2 y 4 %), existan empresas como islas en el entramado laboral colombiano, con potentes convenios colectivos, con salarios claramente superiores a la media y con tasas de afiliación entre el 80 y el 90%. En algunos casos también entre los trabajadores “tercerizados”, con porcentajes muy superiores a los promedios del país. Son diferencias que suponen un riesgo de aislamiento de los que mejor están y de insolidaridad en ambos sentidos. Una cuestión, como se reconoció también por parte de sindicalistas colombianos, que subraya que la solidaridad interesa tanto a los que la reciben como a los que son llamados a practicarla. Un problema que se plantea en el sindicalismo mundial, global, pero también en el seno de cada país.


1.2.- En la industria del carbón (SINTRACARBÓN)

El eje de este sector industrial colombiano son las minas de Cerrejón, las mayores minas mundiales de carbón a cielo abierto, cuya propiedad ostentan 3 multinacionales (BHP Billiton, Anglo American y Xtrata ). En febrero de este año se firmó el convenio colectivo para los trabajadores de plantilla después de una dilatada movilización, con convocatoria de huelga, contra la que votaron sólo 25 trabajadores, y que suponía incrementos salariales, “bonos por producción”, ayuda para los hijos de los trabajadores en la universidad, asistencia sanitaria, … Algunos datos de esta empresa son:

· Trabajadores directos 5.000
· Afiliación sindical a SINTRACARBON: 4.200
· Trabajadores en contratas y subcontratas: 6.000 a 7.000 (en 300 empresas)
· Afiliación sindical en las contratas y subcontratas: 800
· Retribución media de los “tercerizados”: un tercio de los directos

SINTRACARBON empezó como “sindicato de base”, pero pronto se transformó en “sindicato de industria” para poder afiliar a trabajadores de otras empresas, de las contratas y subcontratas en particular. Para la afiliación de éstos, el sindicato ha estado debatiendo entre dos posibles fórmulas: sindicatos de base en cada empresa (con lo que podían negociar sólo empresa por empresa), o sindicato de industria, para una negociación global. Finalmente optaron por fomentar la adhesión a los sindicatos de base por empresa contratista y de éstos al de industria (SINTRACARBÓN). Es un tema que sigue abierto y en relación con el cual la Confederación CUT estableció ya criterios generales cuya traducción concreta siguen examinando. El sindicato de industria SINTRACARBON se está planteando en todo caso el desarrollo de la acción sindical de los trabajadores “tercerizados” (de las contratas y subcontratas) de una forma muy activa.

Para valorar la significación de las tasas de afiliación entre los trabajadores directos (82%) y entre los “tercerizados (12 %) conviene no olvidar que el promedio en el país no llega al 4%.

SINTRACARBON está debatiendo como avanzar hacia un Acuerdo Marco para toda la industria del carbón que incluya a las contratas y subcontratas, fijándose además como objetivo pasar a trabajadores directos todos los “tercerizados” en actividades esenciales.

Sindicalistas de las empresas contratistas explicaron diversas experiencias de afiliación y acción sindical y negociación colectiva en esas empresas.


1.3.- En la industria del petróleo (USO)

La Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo (USO) viene desarrollando una activa labora de sindicalización de los trabajadores de las contratas del sector. En estos momentos tiene 23.000 afiliados, de los que 5.000 son trabajadores directos, la mayoría de ECOPETROL, la petrolera colombiana, y 18.000 de los “tercerizados” de esta industria. Afiliación, acción sindical, movilización y victorias sindicales, como la reciente reincorporación de los 1.283 despedidos en la huelga de ECOPETROL de 2004.



En las últimas semanas se han desarrollado importantes movilizaciones en la región de Meta, en los municipios de Puerto Gaitán y Campo Rubiales, protagonizados esencialmente por los trabajadores de las contratas de CEPCOLSA (filial de la española CEPSA[1]) y de la canadiense Pacific Rubiales Energy. Tras diversas manifestaciones, asambleas y choques con la policía, con negociaciones con la dirección de USO en las que participó la vicepresidencia del país, se alcanzaron algunos preacuerdos sobre respeto a los puestos de trabajo y mejoras en sus condiciones, y cuya eficacia estaban verificando los dirigentes sindicales.

En la industria del petróleo de Colombia hay en estos momentos unos 70.000 trabajadores “tercerizados” que trabajan en las instalaciones industriales de ECOPETROL y de diversas multinacionales petroleras, particularmente norteamericanas.


1.4.- En la industria de la electricidad (SINTRAELECOL)

En las empresas de la electricidad colombianos trabajan en estos momentos 7.600 trabajadores directos (de los que 5.600 están afiliados a SINTRAELECOL) y 25.000 “tercerizados”. El sindicato, como sindicato de industria, se ha planteado la afiliación directa de los trabajadores de las contratas y subcontratas y ha desarrollado algunas experiencias que consideran positivas en la defensa de los puestos de trabajo a través de lo que denominan “contrato sindical”, directamente establecido por la empresa y la dirección sindical para la contratación de trabajadores afiliados. Ello ha permitido por ejemplo el mantenimiento de la actividad industrial en la central eléctrica de Paipa y los puestos de trabajo para 134 afiliados al sindicato. Este tipo de contratación ha motivado un abierto debate sindical, habiéndose pronunciado claramente en contra las centrales CUT (a la que sin embargo pertenece SINTRAELECOL que ha aplicado esta fórmula) y CTC, mientras que la CGT lo asume como posible en algunas situaciones.


1.5.- En la industria del vidrio (SINTRAVIDRICOL)

Desde el también sindicato de industria SINTRAVIDRICOL se informó de diversas experiencias de acción sindical y negociación colectiva de empresa, particularmente de una campaña de sindicalización desarrollada a lo largo de año y medio. Resultado de esta campaña, en las 5 empresas del Grupo ROSS, tras una huelga de 23 días, consiguieron un convenio colectivo (eliminando los “pactos colectivos” y pasando todos a convenio) en el que junto con incrementos salariales (y aumento de prestaciones para vivienda, entierro, gafas, fallecimiento de familiares, …) consiguieron la “primerización” (paso a contrato directo) de 83 “tercerizados” así como multiplicar por 4 las “horas sindicales” disponibles.

Esta industria tiene gran importancia en el país, ya que en ella se integran más de 7.000 centros de trabajo, con un total de 640.000 trabajadores, de los que 348.000 tienen contrato indefinido, 114.000 temporales y 178.000 “tercerizados”.


2.- BRASIL

El fenómeno de la subcontratación (“tercerización”) es también muy importante, siendo un ejemplo evidente la situación en la industria del petróleo pública (PETROBRAS), donde trabajan 77.000 trabajadores directos y nada menos que 296.000 “tercerizados”. Sin embargo en Brasil la mayoría de los trabajadores tercerizados están en la economía formal. El crecimiento de la actividad de contratas y subcontratas ha sido notable, pasando en el área de Sao Paulo de 60.000 trabajadores de contratas y 250 empresas de tal naturaleza en el año 1985, a 423.973 trabajadores y 6.000 empresas en el 2005.

Es interesante examinar el planteamiento sindical del tema en eses país, explicado por los sindicalistas brasileños. Brasil, de tan significativa historia sindical y política en estos últimos años, es el país Latinoamericano con peor legislación, casi nula, sobre el tema. Todavía, la única referencia positiva, que empieza a ser significativa, es la jurisprudencia. Explicaron los sindicalistas el bloqueo del tema como consecuencia de la teoría, dominante en la CUT en una primera etapa, de que plantearse una regulación positiva del fenómeno suponía legitimarlo, por lo que se limitaron a combatirlo, esencialmente en sus declaraciones, mientras se iba extendiendo en la práctica de las relaciones laborales. Ahora se han planteado abiertamente revisar esta negativa política sindical.

Problema complementario es la dificultad para avanzar en las propuestas para una nueva legislación sindical que en su día hizo Lula desde la Presidencia y que se vio obligado a aparcar por las reticencias que encontró incluso entre los sindicatos (que daban prioridad a las supuestas ventajas de la situación establecida): en Brasil la afiliación es esencialmente aún por categoría profesional, lo que estimula el corporativismo y la división, y los sindicatos mayoritarios en los diversos ámbitos administrativos tienen el monopolio de la negociación colectiva y de las subvenciones del Estado. Todo ello está incidiendo muy negativamente en la acción y organización sindical y en la negociación colectiva. Ha llevado además a que exista un sindicato “general” de los trabajadores “tercerizados”: SINDEEPRES. Sin embargo la FUP-CUT (organización sindical unitaria en el sector del petróleo) ha logrado negociar 50 convenios colectivos para los trabajadores “tercerizados” del sector (recuérdese que hay casi 300.000 sólo en PETROBRAS).




3.- ECUADOR

El representante sindical ecuatoriano señaló la amplitud del fenómeno de la tercerización en Ecuador hasta la “revolución ciudadana” que ha significado la presidencia de Correa. Los trabajadores de las contratas y subcontratas tenían salarios de un tercio de los de las empresas principales en el sector estatal y de un cuarto en el privado.

La nueva Constitución del país estableció la prohibición de la “subcontratación” a través del “Mandato 8” de eficacia directa, lo que llevó a que unos 400.000 trabajadores pasaran a las plantillas de las empresas principales, con contratos de mínimo de 1 año, y los que llevaban ya más de 6 meses en su puesto de trabajo quedaron como fijos.

Sin embargo, la propia norma dejó la puerta abierta a que se mantuvieran formas de subcontratación en actividades que resultaran “complementarias” de las actividades esenciales y propias de las empresas y para las que pudieran definirse como “servicios técnicos especializados”. Ello ha llevado a que, en este momento, la composición de los trabajadores ecuatorianos es: sobre un total de 4 millones de trabajadores ocupados, 2 millones tienen contrato directo y estable, 1 millón están en la economía informal y 1 millón están “tercerizados” en tales actividades complementarias.

La afiliación en el país es del orden del 3%, a pesar de la afirmación de progresismo del gobierno (aunque no sea ciertamente su tarea la de organizar sindicalmente a la clase trabajadora), y los sindicatos se han orientado a trabajar en el ámbito de una “Coordinadora Nacional por la defensa de la democracia y el socialismo”, han creado una “Red de organizaciones sindicales del sector público” y se orientan en el mismo sentido en el sector privado.



4.- PERÚ

Algunas cifras del país expuestas por el representante de FENUPETROL-CGTP son de 13 millones de ocupados sobre una población activa de 19 millones, de los que un 48% estarían en la economía formal. En el país se ha producido en la última etapa un fuerte crecimiento económico, del orden del 8,8% del PIB, sin que hasta el momento ello haya repercutido en mejores condiciones de vida y de trabajo para la mayoría de la población. Manifestó el apoyo del sindicalismo al nuevo presidente Ollanta Humala y las esperanzas que éste ha suscitado.


5.- URUGUAY

El representante del PIT-CNT explicó las características del sindicalismo uruguayo, unitario, con presencia de muy diversas corrientes en su seno, lo que hasta ahora impide su afiliación formal de la Confederación uruguaya a la Confederación Sindical Internacional, CSI, (tampoco participa en otras estructuras sindicales mundiales) pero no la de la mayoría de sus Federaciones sectoriales a las Federaciones sindicales Internacionales vinculadas a la propia CSI. Señaló también la apuesta del sindicalismo colombiano por el éxito del Frente Amplio que gobierna en el país con el apoyo sindical expreso pero manteniendo la autonomía del sindicalismo unitario y desarrollando la directa acción sindical en relación con los empresarios y el propio gobierno.


6.- Algunas referencias mundiales. Conclusiones

La “tercerización”, la contratación a través de agencia (ETTs), y otras formas de trabajo precario, son hoy sin duda una característica de las relaciones laborales en el mundo. Por ello, se presentaron y se recogen a continuación algunos datos expuestos por el representante de la ICEM en el seminario:

· Agencias privadas de colocación hoy en el mundo: 72.000 agencias.
· En la industria del metal alemana los trabajadores de ETTs ganan en promedio 776 € menos que los mínimos establecidos en los convenios colectivos de las empresas a las que son “cedidos”
· En Japón el 70% de los trabajadores precarios en sus diversas modalidades son mujeres, en Corea es el 67.7%, con retribuciones en ambos casos inferiores en un 33% a las de los hombres
· En Corea el 55% del mercado de trabajo se organiza a través de ETTs, subcontratas y trabajos de duración determinada, con retribuciones del 52% de las de los fijos.
· La afiliación sindical de los trabajadores de ETTs es muy diversa: en cabeza Dinamarca, con el 50% y Finlandia con el 44%, para situarse en Holanda en el 17%, Austria en el 5%, Alemania el 4,3%, Italia el 1,7%, Francia el 0,9%

La característica “global” del fenómeno de la precariedad no debe hacernos olvidar otra, también de globalización: la subcontratación desarrolla las relaciones internas en los procesos de producción de modo que cada vez los productos consumidos, esencialmente en el Norte, son resultado de cadenas de producción mundiales, que atraviesan todos los continentes. Por ello la significación de este fenómeno no deriva sólo de sus dimensiones, sino también de que con él se concretan relaciones productivas y comerciales que deben significar también relaciones sindicales, de activa y consciente coordinación y solidaridad a través de los continentes para avanzar hacia estructuras sindicales globales con capacidad de dirección y decisión que abarquen el plantea en su conjunto.

El guión de mi intervención en el seminario se encuentra en:




[1] Al tener noticia a través de los compañeros de USO de este conflicto, desde FITEQA-CCOO tomamos diversas iniciativas, dirigiéndonos a nuestra Sección Sindical de CEPSA para informarles y plantearles la necesaria solidaridad, a la dirección de CEPSA emplazándoles a aplicar sus compromisos de Responsabilidad Social también a los contratistas de sus filiales, y a los sindicatos y trabajadores colombianos expresando nuestra implicación solidaria en su acción sindical.